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Desde más acá de lo que ella realmente hubiese deseado, le acercaron varias hadas que la ayudarían a alejarse de la lepra.
Acobachada entre la mesa de la computadora y la pecera electrónica estaba cuando golpearon la puerta. Su estado era tan denigrante que no podía abrirla a falta de la piel en sus llemas. Todas las huellas digitales ya no servían. Cuando la espera le avisó a los hombres, éstos tiraron la puerta abajo y entraron al claustro leproso de la mujer. Era la primera vez que ella no colocaba ningun elemento sobre la puerta. (Después de todo era una buena señal)
Dos luces se encargaban de dejar entrever algo de entre tanta porquería: héroes rotos, sin brazos, sin espada; papeles quemados, leche vencida desparramada sobre el piso; las estrellas ahogadas en el inhodoro y el insoportable olor a muerte que venía del espejo roto. La Pc, y el Ipod.Entraron los hombres, eran tres. Dos portaban tubos luminosos, uno rojo pasión y otro verde. El tercero, una caja de cristal muy extraña.
Afuera el mundo: un carril atascado, la imposibilidad del movimiento, un hombre sobre la cinta en el gimnasio, el movimiento de lo inmóvil, una puta y tres hombres demasiado desagradables. Taxis: ganándoles en cantidad a las almas.
Era una bola de pelos ella. Todo marrón alrededor, una frenética tesitud. Los hombres se acercaron cuidadosamente, el último con la caja de cristal. Le sacaron de un manotazo la frazada y ella sólo atinó a mirar con sus ojos ya blancos. Más allá de que ese fuera su trabajo, el estado de ella era tal que dieron un salto cuando la vieron. Era entendible...
Sin huellas estaba. Pero también sin recuerdos, ni sueños en los poros, ni poros ni piel...nada. Nadie entendió después quién había dado aviso, porque ya a esa altura ni voz para hablar le quedaba. Su sangre había sido consumida por mosquitos retrasados, y su energía por la batería de los Ipods.
El primer hombre, más grandote, se acercó con el tubo verde. Lo rozó por lo que quedaba de su cara; observó que de las orejas sólo quedaban los lóbulos asi que pronto, y por un buen rato, reflexionó sobre ellas. Sus manos, un poco verdosas, recuperaban despacio algún signo de vida. Atrás parecía como esconderse el hombre que tenía la caja de cristal. Cuando el tubo pasó por los ojos, ya la mirada podía considerarse tal y ahi uno le hizo señas al otro con el tubo rojo y éste, que se encontraba todavia pálido, reaccionó rápido. A la altura del pecho le empezó por rozar el tubo y poco a poco se empezó a escuchar un leve palpito. Este hombre mira al de la caja y le hace una seña. Los dos se alejan y éste apoya la caja en el piso y la abre. De pronto 3 luces se escapan y con un zumbido empiezan a dar vueltas por todo el cuerpo de ella. Habrán estado unos 2,3 minutos. Al principio creí que era alguna tecnología que yo no conocía ( como siempre me pasa), pero luego cuando las ví que cayeron al piso como desgastadas de tanto dar, pude distinguir que eran hadas. Miles de años sin ver una..increíble que todavía sobreviviera alguna.
Pronto la mujer se notaba que oía voces, algo veía; así que, como explica el ritual, tomó las hadas y ella misma las volvió a guardar y tomó la caja. Con un gran esfuerzo y un poco ayudada por los hombres, se acercó hasta la puerta. Se paró en el marco y me miró... ahí me dí cuenta que ya dejaría de estar encerrada en la muerte, y deslizándome por el piso llegué a los pies de ella. Me colé entre lugares suyos recónditos, algunas partes de ella se pusieron celosas, pero me terminan queriendo: bien saben que si no hubiese sido por mi que soy la que nunca muere, ella ya estaría muerta hace rato y de todas las maneras que un ser humano puede morirse.-

un dIa esta hecho de horas;
lAs horas hechas de minutos;
Los mInuTos hecHos de seGundos;
loS SegudOs heChos de milÉsimas de seguNdos;
uNa vida está Hecha sÓlo de IncomeNsurables MonmEntos guÍados por uN uNico pAlPito.

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